Flaco; no me claves, tus puñales, por la espalda; tan profundo, no me duelen, no me hacen mal. Lejos; en el centro, de la tierra, las raíces, del amor, donde estaban, quedarán. Entre el no me olvides; me dejes nuestros eneros olvidados, en el fondo del placard, del cuarto de invitados; eran tiempos dorados, de un pasado mejor. Aunque casi me equivoco y te digo poco a poco; no me mientas, no me digas la verdad, no te quedes callado, no levantes la voz, no me pidas perdón. Aunque casi te confieso; que también he sido un perro compañero, un perro ideal que aprendió a nadar y a volver al hogar, para poder comer.
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